En nuestro día a día, nos encontramos con personas que viven en condiciones deplorables: salud deteriorada, pobreza extrema, viviendas inadecuadas y necesidades insatisfechas que afectan profundamente su calidad de vida. A menudo, sentimos pena, frustración e impotencia por no poder hacer más. Es fácil pensar que solo el dinero o los bienes materiales pueden marcar la diferencia, pero en realidad, lo que más necesitan es algo más sencillo y valioso: nuestro tiempo.

Dedicar un momento para escuchar, ofrecer apoyo o compartir una sonrisa puede transformar vidas, especialmente cuando nos enfocamos en los niños y jóvenes. Siempre tendremos algo que dar: un pan, una mano amiga, un tiempo para compartir, conocimientos para impartir, y palabras de ánimo y consuelo.

Tu presencia puede ser un faro de esperanza. En cada pequeño gesto de generosidad, en cada acto de amor desinteresado, encontramos la verdadera forma de hacer la diferencia. ¡Demos lo mejor de nosotros y veamos cómo podemos cambiar vidas, una acción a la vez!

En nuestro caminar por la vida vemos diariamente, personas en condiciones deplorables, condiciones de salud deficientes, pobreza extrema, necesidades de vivienda, deficiencias a todos los niveles que son determinantes en una mala calidad de vida, podemos sentir pena, frustración e impotencia porque nosotros no podemos ayudar como nos gustaría, a menudo pensamos que es dinero o cosas materiales, pero estas personas necesitan mucho menos que eso, si damos un poco de nuestro tiempo, ellos pueden cambiar sus vidas, especialmente cuando nuestros esfuerzos están dirigidos a niños y jóvenes. Siempre tendremos algo que ofrecer, siempre habrá un pan para dar, siempre habrá una mano amiga, siempre habrá tiempo para compartir, siempre habrá algo para enseñar y siempre habrá una palabra para alentar.

Mateo 25: 35-36 35      Porque tuve hambre, y me disteis de comer, y tuve sed, y me dieron de beber, yo era forastero, y me dieron alojamiento, 36 yo necesitaba vestidos y me vestían; Yo estaba enfermo y me cuidaron, yo estaba en la cárcel y me visitaban.

Pero sobre todo, siempre habrá la oportunidad de traer el amor de Dios a aquellos que lo necesitan, sólo debemos tener el deseo de cumplir el propósito de Dios, ayudar a los necesitados, levantar a los caídos y alimentar a los desvalidos. Deja que este sea nuestro objetivo, siempre dar lo mejor.
Vamos a ser parte del cambio. Si todos nos sumamos a este mismo sentimiento, haremos una diferencia.